De Desechado A Recuperado: Reduciendo la contaminación por plásticos en los océanos de la República Dominicana.
Alfonso Frías, quien ahora tiene 32 años, recolecta desechos plásticos desde 2019 en la provincia de Samaná, en el extremo noroeste de la República Dominicana. Conocida por sus aguas cristalinas y las visitas de las ballenas jorobadas en invierno, la provincia de Samaná es también un destino turístico en rápido crecimiento.
Después de muchos años en el sector hotelero, Alfonso vio de primera mano cómo el plástico generado por la floreciente industria turística de la isla terminaba en vertederos o filtrándose al mar.
Alfonso comenzó a investigar quiénes recolectaban los desechos plásticos. Lo que encontró fueron organizaciones que compraban el plástico para reciclar en los mercados internacionales y vendían a empresas como Adidas para desarrollar ropa y zapatos nuevos. En ese momento, no existían empresas de reciclaje de botellas de plástico en Samaná.
Impulsado por un espíritu emprendedor y el potencial de convertir los desechos plásticos en un recurso, Alfonso decidió ser pionero en una nueva industria local: el reciclaje.
La República Dominicana genera más de 11,000 toneladas métricas de residuos diariamente. De esos desechos, más de 2,000 toneladas métricas son de plástico, el equivalente a más de 200 millones de botellas de agua de plástico por día. Durante la última década, hasta el 95 por ciento de esos residuos se desechan en vertederos abiertos e informales que plantean graves preocupaciones ambientales y de salud, en particular para los trabajadores informales que clasifican y recolectan los desechos.
Después de dejar el sector hotelero, Alfonso comenzó como uno de los muchos recolectores informales en Samaná, trabajando para evitar que los residuos se desechen y permitir que se reutilicen y reciclen en una economía circular. Los desechos ofrecen medios de vida a muchos, a través del reciclaje u otros negocios relacionados con los desechos, y los recolectores informales son una de las mayores defensas contra la contaminación plástica del océano.
Alfonso se dispuso a recolectar desechos por su cuenta, pero tuvo problemas para crear un negocio sostenible debido a los débiles mercados de reciclaje de la región y a no tener un comprador confiable para el plástico que recolectaba.
En julio de 2020, con la aprobación de la primera ley nacional del país que rige la gestión de desechos sólidos, las cosas comenzaron a cambiar en el país, con una nueva administración decidida a abordar los desafíos de desechos del país y con individuos como Alfonso en la primera línea de este cambio.
Desde noviembre de 2020, el programa de la USAID Ciudades Limpias, Océano Azul, el programa insignia de la agencia para abordar la contaminación por plástico en los océanos en el marco de la Iniciativa Save Our Seas (Salvemos Nuestros Mares), ha apoyado al gobierno dominicano para que adopte un enfoque holístico para la gestión de desechos en Samaná. Este trabajo incluye la construcción de sistemas de reciclaje locales y sostenibles, respaldados por recolectores de residuos informales y empresarios.
Para aumentar las tasas de recuperación y reciclaje de plástico, la USAID y su socio, Sostenibilidad 3Rs, iniciaron puntos comunitarios de recolección de botellas de plástico donde ahora la comunidad y una red de hoteles llevan sus desechos plásticos para reciclar. Eso le da a Alfonso una forma simplificada de recolectar plástico desechado.
Con el apoyo de la USAID, Alfonso registró su empresa, Reciclajes Bahía, y firmó un acuerdo con Cilpen Global, una de las primeras y más grandes instalaciones de reciclaje del país en Santo Domingo. Ahora vende plásticos a un precio fijo de mercado. A través de su negocio, por primera vez, los desechos plásticos de Las Terrenas regresan a la economía circular de la isla.
La USAID también ayudó a Alfonso a adquirir un camión de recolección más grande para aceptar nuevos clientes y aumentar sus recorridos de reciclaje. Alfonso y sus dos empleados recolectan en promedio casi cuatro toneladas métricas por mes, el equivalente a casi medio millón de botellas de plástico. Tiene planes de expandirse a más hoteles y, si es posible, incluso expandirse al aeropuerto en el futuro.
El sistema de desechos del país también está cambiando de otras maneras.
En Samaná, donde vive Alfonso, hay cuatro vertederos oficiales (y muchos vertederos informales) situados precariamente cerca de sus delicados ecosistemas y centros poblados.
Las comunidades corren el riesgo de exponerse a la contaminación del agua, humos tóxicos y olores nocivos. Los recolectores informales trabajan en condiciones especialmente peligrosas, luchando contra incendios espontáneos y manipulando materiales peligrosos sin el equipo adecuado, solo para recolectar plástico u otros materiales para ganarse la vida. Esto ha comenzado a cambiar.
Con una gran iniciativa liderada por el presidente para mejorar la gestión de los desechos, la USAID se asoció con el gobierno y otros socios para limpiar y eventualmente cerrar dos de los cuatro vertederos en Samaná.
Una vez cerrados, estos sitios servirán como estaciones de transferencia donde los materiales reciclables se separarán y limpiarán antes de enviarlos a las instalaciones centrales de reciclaje, mientras que los desechos restantes se enviarán a un nuevo vertedero sanitario regional que está en desarrollo.
El trabajo de la USAID ha mejorado las condiciones ambientales y de salud de más de 85,000 personas, incluidos los trabajadores informales en el vertedero de Samaná, al proporcionar equipos y áreas sombreadas para que los trabajadores procesen los materiales reciclables de manera segura y más eficiente.
Se espera que este modelo se reproduzca en los cientos de vertederos abiertos del país y se presente a nivel nacional como un nuevo enfoque en la forma en que se gestionan los desechos.
Cuando se le pregunta sobre su futuro, Alfonso dice: “Me veo como una ola. Creo que en cinco años, más personas reciclarán y quiero dar ese ejemplo a los demás”.
Sin embargo, cree que se necesita mucha más acción para adoptar por completo el esfuerzo de recuperación del plástico.
Sobre la autora
Laurie Frydman es redactora de contenido del programa de la USAID Clean Cities, Blue Ocean: el programa insignia de la agencia para abordar la contaminación por plásticos en los océanos bajo la Iniciativa Save Our Seas.